viernes, 30 de mayo de 2008

Ebullición

Pensemos en decrecer. Porque no sé dónde meterme y porque cuanto más pequeño sea más parapetos hallaré. Pensemos en que no hay nada porque una nada inicial nunca acarrea infelicidad. Pensemos, sopesemos y tropecemos con la cretina esperanza. Dicen que es lo último que se pierde... falso. Después hay una pérdida final.
Ahoguémonos en el vaso medio lleno del optimismo. O en el necio mar del pesimista eterno. Hagamos lo que nos venga en gana, que nos va a dar igual. Construyamos la destrucción que creamos merecer, o la que queramos padecer, que viene a ser lo mismo. Cualquier cosa con tal de conseguir apaciguar y rechazar el odio. Lo que sea necesario para equilibrar los pesos de la balanza...
Cualquier cosa suena demasiado contundente, mejor pensemos en decrecer de forma humilde y desapercibida, sin sentirnos orgullosos de nada y sin avergonzarnos por realizar nuestra individualidad (siempre que no agredamos libertades ajenas).
Voy a meterme en la nevera, a ver si me deja de hervir la sangre...

viernes, 23 de mayo de 2008

Morder el Polvo

Cuando aparto mis nubes de tormenta y tengo un suspiro para calentarme a mi Sol, suele verdear la pradera del brillo en la mirada. y me convierto en canción.
Y hace un rato me convertí en esta:

"MORDER EL POLVO"
Ya el verano abandona sus hojas
y el fino cordón por donde baja mi palpito de hiedra,
naciendo filigranas dibuja fortalezas de frontera.
No pasarán, no han de pasar
la grisura ni el vacío inmensurable
que sucede al aviso de unos ojos diciendo adiós.
Adiós ahora sí, esta vez sí, para siempre, adiós.

Y el valor consistiría en hacer astillas
el endeble andamiaje de errores cometidos
y admitir que simplemente hemos vivido.
Eso sí, bajo el peso de nuestra propia ley de gravedad.
Arriba, siempre arriba, sin pensar en la caída.

A nadie le gusta morder el polvo.
A nadie te gusta besar el polvo.

Ya el verano sombrea sus hojas.
Y el fino pesar donde se rasga mi pálpito de ausencias,
haciendo filigranas
compone y remendando regenera.
No pasara, no ha de pasar
que un azar disfrazado arme barreras.
No quiero otros ojos que me miren diciendo adiós.
Adiós ahora sí, esta vez sí, para siempre, adiós.
Sólo candorosa esperanza de un austero viajar,
un recomponer los pedazos, un digno renquear.

Ahora prueba a no juzgar y a perder
el miedo a las derrotas, porque el mar, los océanos,
igual que acunan pueden engullir.
Y aún así, todos buscamos luminoso amanecer,
propicio viento.
Adentro, mar adentro mientras quede un solo remo.
Manolo García. ..................................................................

Os recomiendo que escuchéis su último álbum... aunque sólo sea para reíros agusto de mi gusto.
Buen último disco de Manolo, que nunca me defrauda y que siempre me enseña a vivir cuando se me olvida...

martes, 20 de mayo de 2008

Cotidie Morior

La cantidad de latidos usados guarda una relación inversamente proporcional a la cantidad restante de existencia. En definitiva, a golpe de beat cotidie morior. En definitiva... tengo un poco de prisa por generar/atesorar ciertas sensaciones...
No sé si ser consciente de nuestra finitud es lo que me causa esta sensación tan rara. Es como si fuese un abejorro que toma consciencia del número de aleteos que le quedan por dar y piensa algo así como "bueno... conozco mi fin y nada lo va a cambiar, así que atibórrome de polen". Oye... a lo mejor los abejorros ya saben que nacen con los aleteos contados y ni uno más (alguno menos si se le espachurra).
La gente tiene por lo general un instinto que pretende prolongar al máximo la existencia de cada cual... lo veo normal. Cuidar la vida es retrasar la muerte... y me estoy metiendo en otro debate de esos que sé que tengo perdido de antemano porque mis conceptos de vida y de muerte son un poco inusuales y poco aceptados por la gran mayoría de mis congéneres (cosa que me parece estupenda).
A lo mejor es atrevido, estúpido, vanidoso y pretencioso contar aquí que dependiendo del día la muerte me importa un bledo (sin alarmarse porque no digo que no me importe morir, no sé si me explico), y que lo que busco no es prolongar la vida lo máximo posible, sino llenarme de las sensaciones que a uno (a mí) le hacen sentir vivo (alegre). Últimamente el abanico de éstas se cierra. Y la verdad es que no me importa, porque no me causa ni dolor ni tristeza. La vida es así y lo que sí que es triste es tener que recordarme cada mañana que quiero disfrutar (digo que es triste recordármelo porque es algo que nunca se tendría que olvidar) y me lo tengo que recordar porque al tener que pelearme diariamente con una infinidad de problemas falaces es cuando se me olvida.
Y como, de nuevo, empiezo a decir cosas raras que si volviera a releer perderían su significado, lo voy a dejar por hoy anotando alguna cosa que me causa felicidad... como por ejemplo que hace un tiempo que regresó del norte un trozo de mi corazón... o que dentro de poquito y también del norte (del lejano norte) regresará a mí otro trozo de mi corazón...
...en fin...

domingo, 4 de mayo de 2008

Cristal y tal.

Cada noche es de cristal y siento que todo está hecho también de cristal. Las miradas son de cristal (ni mucho menos por lo transparente sino por lo frágil o por lo punzante), la música es cristal que se clava en tus oídos activando el cristal de tus músculos, conformándote de distinta manera a cada golpe de ritmo. Las estelas que dejan los movimientos sincopados son vidrieras nerviosas que hipnotizan con su lenguaje y los párpados son de cristal dejando entrever cuando los cierras todo un mundo de reflejos de cristal. Tu lengua es cristal frío que pide cristal frío. La saliva desaparece y deja paso a la producción de figuritas de cristal. Las palabras son cristales rotos que siempre resuenan, a veces hieren y otras forman bonitos crisoles de color peligrosos siempre por su condición. Somos cristal y no servimos para nada más que para adornar, para herir o para ser rotos... como el cristal. Somos continente de contenidos como el cristal y nos empañamos y nos ensuciamos como el cristal. Refractamos la luz que pasa a través de nosotros, cada uno iluminando al resto de una manera distinta, porque al fin y al cabo somos cristales distintos.