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Pues teniendo que decidir qué postear hoy entre las ideas que por mi mente se dedican a hacer vandalismo con el mobiliario urbano de mis axones y dendritas, me he decidido a hablar un poco de todo y otro poco de nada. Vamos que como viene pasando de un tiempo a esta parte me veo en la encrucijada de la necesidad de hablar a medias. Y pensaran, pues para no decir nada mejor que te calles. Cierto. Y otros pensarán que no he de sentirme obligado a no decir lo que deseo decir. Cierto. El resultado: la enredadera de ideas sin florecer. La pelea constante entre valores éticos y personales contra el instinto y la querencia. Combate dentro del marco del respeto y la inseguridad (con minúsculas, menos mal). A menudo pienso si procede hablar de mi interior en este blog, supongo que no me debería preocupar hacerlo, y que es un modo de desahogo. Lo que me frena un poco es que hablar de mi supone hablar del resto. He aquí el mío dilema.
Así que, por fin y después de 26 otoños, he decidido llenarme de iniciativa y decisión, respetando siempre pero sin miedo a fallar. Sin necesidad de medir cada acto de modo compulsivo. De momento esta es mi intención, siempre teniendo en cuenta que del dicho al hecho hay un trecho y que los propósitos no siempre se cumplen.
Hoy me marcho a quemar Madrid. O eso pretendo, porque me huelo que la gente se va a ir marchando de manera progresiva, hasta que a las cinco de la mañana me encuentre sólo en el centro de Madrid con cara de Gurb cuando aterrizó en la Tierra. Bueno ya os contaré como fue la noche y en qué momento me quedé sólo. A ver si os muestro también las fotos (depende de lo ridículo que salga, claro). Salud y lectura...