viernes, 20 de junio de 2008

Desierto.


La bonita luz que sostenía en sus manos se volvía pálida. Lánguida. Era la tercera vez que le preguntaba por qué no respondía. Y no lo hacía. El sudor comenzó a bailar por sus palmas, a gotear entre sus dedos. El brillo temblaba, se volvía intermitente y frío como el azul. Como una guadaña. Como el desierto.
La bonita luz que moría en sus manos le hacía cosquillas. Las más desagradables de su vida. Dolía. Hasta respirar, hasta pensar. Incluso le dolía perdurar. Como al desierto.
Sentía cómo tartamudeaba en un reposo desquiciante. La sentía sentir nada y vacío... aullaba en cada destello y cada destello era un cuchillo. Un cuchillo azul manchado de tristeza. Como la del desierto.
Cerró sus manos alrededor de aquella pequeña estrella. Cerró con fuerza los ojos, a lo mejor así volvía a lucir como antes. Y pasaron dos días o dos meses o un segundo. No pasó nada. Y de la rabia se mordío la lengua hasta sangrar. Abrió sus manos y nada había cambiado.
"Tranquila... nunca dejaré que mueras" y clavando sus dedos en el pecho, lo abrió gritando de dolor y allí la guardó... en el desierto.

martes, 17 de junio de 2008

Prólogo del capítulo cuatro


Todo fue bien. Todo casi perfecto. Bien...
¿Ahora qué? Un horizonte en blanco, como un lienzo vacío en el que pintar lo que quiera y como quiera... No... más bien será lo que pueda y como pueda. ¿Blanco? me hace gracia... mejor no hablo de color. Mientras tanto imagino imposibles que no sé hasta qué punto me pueden llegar o no a condicionar. Bueno... realmente mi vida siempre ha consistido en imaginar imposibles y a pelearme conmigo por ser consciente de que lo son. Al menos siempre me quedará el consuelo de creer tener una pizca o dos de sentido común que supongo que es lo que me mantiene unido a la realidad.
No pretendo nada, no sé qué ambiciono si es que conozco qué significa "ambición" y aunque el tiempo pasa rápido (como Mercurio) yo me siento estático en el mismo punto del plano (como el Cromo).
Hace unos días alguien dijo que todos van y vienen, van volando, van probando; primero unos, luego otros... pero que yo siempre estoy ahí esperando que regresen. En el mismo lugar. Toda la razón... supongo.
Estoy bastante harto de escribir (vivir) puntos suspensivos, frases cortas, puntos y seguidos frenéticos, ideas nimias con sus respectivas antítesis a continuación. Pero entiendo que si así lo hago es porque así lo soy.
Prólogo de algo en blanco, de algo en negro.

martes, 10 de junio de 2008

Epílogo del capítulo tres

Es un hecho en el que no he pensado mucho (raro...¿raro?). Como si nunca fuese a ocurrir. Ahora no logro sacármelo de la cabeza. Y voy tomando consciencia de que realmente se acaba el capítulo tres del libro del destino. Desconcierta... no sé de qué forma lo voy a afrontar, aunque se suponga que ya lo tendría que haber hecho, aunque se suponga que ya debería haber acabado el maldito capítulo del maldito libro... no debería afectarme. No quiero que me afecte.
Todo esto se está enroscando en mis pies por las noches, en el asqueroso cigarro que me fumo cuando me despierto por las mañanas, en el café con leche que nunca más se cortará con helado de limón. Se enrosca en el 3, en el 7, en el 4 y en el 2... incluso en el 21. Se enquista debajo de mi almohada y me espera cuando doblo la esquina de los dulces quince minutos de espera de siempre. Se me enrosca en el sonido de mi teléfono y ha logrado ahogar mis cosquillas y los chistes que nadie más comprende, ha ahogado los discos de viaje, y mis plumillas... y mis cartulinas negras... y mi cajita plateada donde guardo las típicas cosas que Diógenes dice.
Ya no... 'ya no' muchas cosas. No comprendo por qué lo he de dramatizar así, si 'ya no'. Al menos he conseguido volver a comer tostadas con aceite y tomate. No entiendo por qué hago un holocausto de todo esto, si 'ya no'.
Lo que no sé es si podré estar presente cuando se acabe de pasar la página. Y no sé si guardaré el tipo el día en el que todo debe ser alegre (no, no lo haré... yo nunca guardo el tipo). Espero no defraudar, no comportarme como un cretino sarcástico y poder, al menos, llorar con dignidad.

domingo, 8 de junio de 2008

Ensanchando el Alma. (escuchando Extremoduro)

"Si no fuera porque hice colocado
el camino de tu espera,
me habría desconectado.
Condenado a mirarte desde fuera
y dejar que te tocara el Sol.

Y si fuera mi vida una escalera,
me la he pasado entera
buscando el siguiente escalón,
convencido que estás en el tejado
esperando a ver si llego yo."

............................... Extremoduro ('La vereda de la puerta de atrás')

Podría empezar este post escribiendo más de treinta canciones de 'Extremoduro', más de treinta (treinta me parecen pocos, pero era por dar un número) temas que explicarían más de mil momentos de mi vida. Porque soy un duende del parque, y tengo el corazón grabado a fuego, porque a veces estoy en standby, y a veces sucede que me canso de ser cuando me puede la desidia. Que la vida es una Pedrá y que en algunos momentos reacciono y me vuelvo de acero. Otras sólo necesito drogas y amor... para animarme, que la existencia es muy puta. Y siempre que estoy posado en un nenúfar me ilumina el Sol de invierno. En momentos de flaqueza me sorprendo volando solo y quemando tus recuerdos, diciéndome que todo me da igual, que me voy a poner deltoya sin parar, que quiero salir... como no, buscando una luna. Al menos cuando me pregunto dónde están mis amigos, SIEMPRE aparecen. Entonces siento realmente que estoy muy bien.
Ayer estuve en el concierto de Extremoduro en Getafe... otra vez me faltó gente a mi alrededor con la que habría disfrutado, reído cantado y recordado tantos momentos de mi vida. Unos están muy lejos, otros estaban más cerca pero no pudieron ir, otros estaban en el concierto, pero no nos encontramos...
Como dice Robe... ¡¡¡Bueno gente... sus queremooooos!!! (a todos).
P.d: A propósito... pedazo de concierto de casi tres horas... increíble-ble.

martes, 3 de junio de 2008

Dual

La dualidad es algo inherente a la vida. Gestionarla me resulta complicado en ciertos momentos. En inciertos momentos hay que atrancar las salidas del encerrado (mejor para todos, en especial para mí) que algún rasgo nos sabe otorgar. Eso es, sólo tomemos algunos rasgos de él. Si no, sus ríos de adrenalina me paralizan en medio de un temblor incontrolable. Nunca aprendí a asimilarlo y me dediqué a encadenarle o a dejarle salir sólo en mis dibujos o en la estupideces que escribo de vez en cuando (como hoy).Quizá debiera salir del mausoleo victoriano donde duermo. Sellar el ataúd, despedir a mi cohorte de murciélagos guardianes y buscarme un locus en la real realidad... empezar a descoserme los párpados y a andar por el suelo en vez de por el camino de baldosas negras (aunque no encuentro la diferencia). A lo mejor me vendría bien pensar que no estoy a completa merced de lo que me rodea, sino que puedo decidir.
A lo mejor...
El dibujo del post lo empecé a hacer hace un par de meses con Photoshop. Pero no lo puedo acabar... no sé bien por qué. Espero finalizarlo en breve.
Saludos.