miércoles, 28 de noviembre de 2007

Dolor de muela

Buenos días, Sr. Día. Y digo buenos aunque el dolor de mi boca me obligue a no poder reír con total libertad, y eso incordia cuando en el trabajo las presiones son pisadas por los chistes continuos y los momentos ingeniosos. Malditas odontalgias, ¡pardiez!. Voto a bríos que a la mínima oportunidad me cambio la condenada funda de mi segundo molar derecho.
Muchos planes se paran a merendar en mi cabeza últimamente. Se sientan en corro y mantienen conversaciones de lo más variopintas. Yo escucho lo que dicen con parsimonia pasmosa y luego comparo y decido. Últimamente ando un tanto vaporoso y disperso en cuanto a ver a amigos se refiere. No me lo tengáis demasiado en cuenta, por favor, porque siento que no puedo parar y tengo que moverme. Es la actitud que me ha ayudado a remontar y los momentos que me han hecho escupir alguna espina que otra. Y se acercan fines de semanas sembrados de reuniones, cumpleaños, fiestas y risas... vamos que no puedo pedir más.

Procedo al divague mental (para variar)

Que si absorves lo metálico es por gracia, supongo que divina por que te podría llamar por nombres de muchas deidades. Ruedo cuesta abajo hacia lo alto no por impulso sino por estudio, y en la cima de una rima dibujo la querencia. Son dos planetas que miran por dentro, son satélites de una nova luminosa que te encadena al brillo que regalan. Y si evocas el sabor de su estela te emborrachas de un misterioso deseo. Y las palabras son invisibles cuando intentan definirlo.

No hay comentarios: